Allí estaba él cuando ella estaba enferma y retorcida mentalmente, odiándose a sí misma.
Él le levanta la cabeza cuando ella llora y se avergüenza de enfrentar el mundo en el que viven.
Su dolor es tan profundo que la deja vacía en cada porción.
Está destrozada, traicionada y no sabe cómo afrontarlo.
De alguna manera, en esos días de frío intenso, él la saca de la cama y le da la fuerza para reconocer el dolor y darle forma.
Él es su columna vertebral y ella nunca quiere separarse de su lado, todo su propósito reside en él.
Todo este consuelo fue sólo temporal, cuando algún día se levantará y se irá, sin planes de regresar.
Y un día saldrá sola de esa cama, mirará dentro de sí misma y encontrará el propósito que estuvo ahí todo el tiempo.
Un día, esas porciones serán excelentes y rebosarán la confianza que ella anhelaba.
Un día se mirará a sí misma y se sentirá lo suficientemente bien para los pies que la sostienen.
Un día, caminará y mirará al cielo, agradecida de no haber cedido nunca.
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